Blefaritis es la inflamación común y permanente del borde de los párpados. La blefaritis anterior se localiza en la parte anterior del borde del párpado, y normalmente se produce por un exceso de grasa (típica de pacientes con dermatitis seborreica) o por sobreinfección bacteriana. La blefaritis posterior o Disfunción de Glándulas de Meibomio (DGM) generalmente se produce por un mal funcionamiento de unas pequeñas glándulas productoras de grasa que se encuentran, en número de 30 ó 40, en el borde palpebral. En condiciones normales estas glándulas producen una secreción grasa que ayuda a lubricar la superficie del ojo, evitando la evaporación de la lágrima y manteniendo constantemente húmeda la córnea. En los pacientes con DGM las glándulas se obstruyen, quedando sus secreciones estancadas, produciéndose una mayor evaporación lagrimal.
No siempre se puede identificar una causa de la blefaritis. Es más frecuente en pacientes de edad avanzada, aquellos con alteraciones de las hormonas sexuales y rosácea cutánea. Algunos fármacos, como el ácido 13-cis retinoico (empleado en el tratamiento del acné) o la terapia hormonal sustitutiva también se han asociado a la blefaritis.
Los síntomas producidos por la Blefaritis son muy diversos, dado que existen distintos grados de intensidad de la enfermedad. Los pacientes con Blefaritis son también más propensos a la aparición de orzuelos, pues las glándulas obstruidas pueden infectarse. Solo en casos muy avanzados y sin tratamiento se pueden producir cuadros graves que comprometan la visión. Las molestias que refieren los pacientes suelen ser del tipo:
La Blefaritis NO es un proceso contagioso. Parece existir cierta predisposición genética en la enfermedad, pues existen familias en las que es frecuente que varios de sus miembros tengan Blefaritis. Sin embargo, muchos casos ocurren de forma aislada y no existe base científica suficiente para afirmar que los hijos de pacientes con Blefaritis vayan a padecer Blefaritis.
Generalmente los signos clínicos (los que el oftalmólogo ve al explorarle) han estado presentes antes de que aparezcan los síntomas (las molestias que usted nota). Las molestias se desencadenan al fracasar el delicado equilibrio en el que se encontraba la superficie de su ojo bañada por la lágrima alterada. En ocasiones se puede identificar el factor desencadenante, como el uso excesivo de lentillas, el abuso de lápiz de ojos, la exposición a ambientes irritantes, situaciones de estrés emocional, exposición excesiva a ordenadores, etc. En otros casos no se encuentra el factor desencadenante.
Sí. En general, la gravedad de una blefaritis viene dada por la afectación secundaria de la córnea al alterarse la función de protectora de la película lagrimal que la protege, comprometiéndose su transparencia y la visión.
Una Blefaritis NO se cura, pero SÍ SE CONTROLA. Por curación se entiende que el proceso desaparece completamente y por control, que los síntomas dejen de ser una molestia continua para Usted, aunque permanezcan algunos de los signos que observamos en la exploración que nos indican que puede volver a tener molestias si abandona o “relaja” el tratamiento, aunque en ocasiones ocurre sin que haya una causa clara.En todo caso, aunque la Blefaritis no se cure, si Usted está tratado de forma satisfactoria se verá libre de síntomas la mayor parte del año, pudiendo llevar una vida absolutamente normal y, en la mayoría de los casos, sin complicaciones que afecten a su visión.
Ha de seguir el tratamiento adecuado. Esto exige un diagnóstico correcto por parte del oftalmólogo. Pero una vez que el oftalmólogo le ha explicado de forma clara el plan terapéutico el resto depende de Usted. Si cumple adecuadamente y de forma constante el tratamiento, se verá libre de molestias en la gran mayoría de los casos.
Para conseguir un correcto tratamiento, Usted debería seguir estos sencillos pasos:
Fuente de la información: Sociedad Española de Oftalmología.